Han pasado dos años (21 de abril de 2016) desde la inauguración de la exposición “LUZ PROFUNDA. Una experiencia de Arte y Terapia en el final de la vida” que fue celebrada durante tres meses en el Recinto Modernista Sant Pau. Ofrecía al visitante una experiencia inédita de emoción, reflexión y también acción creativa en torno a una problemática que nuestra sociedad sigue considerando como un tabú.
La exposición ponía el foco sobre la importancia de acompañar con cariño y respeto a su dignidad, a las personas en situación de enfermedad terminal, durante el último viaje vital que representa el proceso de morir. También a los familiares, en su difícil tarea de adaptarse a la inevitable pérdida, para poder seguir adelante. Este tipo de acompañamiento debería representar una prioridad ética y moral para una sociedad avanzada en desarrollo sanitario que mantiene en vida a las personas por más tiempo, gracias al fantástico progreso tecnológico de la medicina, pero que allí topa con su límite y suele reaccionar ignorándolo.
En la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital Sant Pau, somos testigos de la gran dificultad que representa para las familias sobrellevar estas vivencias “finales” y a la vez del gran valor que éstas pueden adquirir en el recorrido vital. Son al mismo tiempo únicas y universales. En la exposición Luz Profunda, rendimos homenaje a ocho pacientes, en representación de todas las personas enfermas con las cuales hemos “caminado”. El compromiso de sus respectivos familiares con el proyecto expositivo puso de manifiesto el privilegio que representa para nosotros haberles acompañado y fue un honor compartirlo con el público.
Sensibilizar a los vistantes sobre el ciclo natural de la muerte y de la vida a través de las producciones artísticas era la misión principal de la exposición. A pesar del gran temor que nos suele suscitar nuestra finitud, el conjunto del montaje expositivo ambicionaba transmitir un mensaje esperanzador. El de que es posible superar poco a poco el sufrimiento que causa la pérdida inminente de la propia vida o la muerte de un ser querido, adaptándose e incluso llegando a aceptar serenamente una situación que, por otra parte, es absolutamente inevitable. A la par, que no se puede conseguir negando ni acallando el dolor y el miedo contenidos en este sufrimiento, sino acogiéndolos desde nuestra conciencia más auténtica y profunda.
Luz Profunda fue una aproximación al arteterapia en el final de la vida y el duelo, para mostrar la naturaleza holística de este tratamiento, actualmente integrado e investigado en el trabajo interdisciplinar del equipo de Cuidados Paliativos del Hospital Sant Pau. Está orientado a la biografía de la persona a través de su poder creativo artístico, siendo el proceso lo que más importa y no el resultado estético ni tampoco el grado de habilidad personal, porque lo que se valora y estimula es la capacidad creadora, presente de manera universal en los seres humanos.
La muestra reunía sesenta y cinco obras plásticas de tres grupos de autores. En primer lugar, los pacientes que habían elaborado sus propios trabajos en las sesiones de arteterapia que les propusimos durante su hospitalización. En el momento de la exposición, todos ya habían fallecido. Otro grupo era el de los familiares de estos ocho pacientes, que expresaron sus vivencias del duelo y el recuerdo de sus seres queridos en un ciclo de sesiones creativas diseñadas especialmente para el proyecto. El tercer grupo lo componían profesionales del arte que, a raíz de su encuentro con las obras de los dos grupos anteriores, seguido por su encuentro personal con los familiares, profundizaron en su propio mundo de pérdidas. Elaboraron sus obras exclusivas de manera muy especial, como testimonios de su experiencia con el proyecto y como puentes artísticos tendidos hacia el espectador.
Un espacio de participación creativa en forma de dos grandes paneles fue reservado a las aportaciones de los visitantes, en respuesta a sus propias emociones emergidas durante el itinerario por la muestra. Los paneles, lógicamente vacíos en un inicio, se fueron llenando de tantas palabras, tantos dibujos, frases reflexivas y dedicatorias a los seres queridos fallecidos, que el resultado final fue muy sorprendente porque desplazó poco a poco el centro de interés y atracción de la muestra hacia estos miles de mensajes, cada cual más llamativo en su folleto de color o en papiroflexia.
El número de visitantes fue estimado por el Recinto Modernista en unas 67000 personas. Lo que evidenció la gran “instalación” colectiva espontánea generada por el público fue que las personas necesitan manifestar su sentir respecto a la irrevocable y misteriosa experiencia de la muerte, un tema habitualmente negado por nuestra sociedad y cuyas huellas tangibles en los hospitales suelen ser ocultadas lo más posible, cuando no literalmente escamoteadas.
Las manifestaciones de tantas miradas individuales nos enseñan que es necesario recuperar una mirada colectiva más realista hacia nuestra finitud. Hasta prueba de lo contrario, es mejor alejarnos de las noticias futuristas pseudocientíficas que prometen… ¡vidas de más de 1000 años! La vida que tenemos y se nos destila inevitablemente de las dedos día tras día, conviene observarla con las gafas de las tareas existenciales más importantes. El tiempo apremia, eso nos transmiten las personas que acompañamos en Cuidados Paliativos, o se hace eterno e insoportable si está presente el sufrimiento. La avanzada medicina controla cada vez mejor los síntomas del cuerpo, pero al “alma” no le llegan los fármacos. Es preciso aprovechar el poco tiempo para dar las gracias, a la vida o a los seres queridos, para pedirles perdón y perdonarles, para decirles “te quiero” y para decirles “adiós”. El arte, que nos acompaña a los humanos eso sí desde hace muchos miles de años, puede ir al encuentro de estas necesidades espirituales, puede facilitar que unos dejen la vida en paz… y que otros continúen con serenidad… vislumbrando una luz muy profunda.
Making of de la exposición: https://vimeo.com/163842898
Nota: La exposición Luz Profunda dio lugar a un trabajo de fin de curso de una alumna del Master en Arte para la transformación social, la inclusión y el desarrollo comunitario: Mediación artística.
Nadia Collette, Arteterapeuta en la Unidad de Cuidados Paliativos del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, Barcelona