MITO Nº1:
Los cuidados paliativos empiezan después de que se suspenden todos los tratamientos, o bien cuando queda claro que la enfermedad del paciente es incurable.
¿PORQUÉ ES FALSO?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define los cuidados paliativos como aquella rama de la medicina que se ocupa de mejorar la calidad de vida tanto de los pacientes que padecen una enfermedad grave como de sus familiares. Este reto se realiza a través de la prevención y el alivio de los síntomas, y requiere la identificación precoz y el tratamiento impecable del dolor y de otros problemas físicos, psicosociales y espirituales que el paciente y su entorno podrían tener.
En otras palabras, los cuidados paliativos tienen como objetivo acompañar al enfermo durante toda la evolución de su enfermedad (no sólo en su fase terminal), a partir del diagnóstico; tratando de prevenir y curar las posibles complicaciones no sólo de la propia enfermedad sino también de los tratamientos que se ponen en marcha especificadamente para ella.
MITO Nº 2
La atención paliativa es una alternativa al tratamiento curativo de la enfermedad (cirugía, quimioterapia, radioterapia) y si un paciente la solicita es porqué renuncia a “luchar” contra su enfermedad. Si un médico propone atención paliativa a un paciente significa que “no hay nada más que hacer”.
¿PORQUÉ ES FALSO?
Los cuidados paliativos representan un tratamiento imprescindible para proporcionar confort al paciente durante el curso entero de su enfermedad, ya le ayuda a enfrentarse a los desafíos físicos y psicológicos que esta conlleva. Por lo tanto, la atención paliativa no excluye los otros tratamientos (cirugía, quimioterapia, radioterapia) ni es una elección alternativa, sino todo lo contrario. La atención paliativa se debe proporcionar en concomitancia con los tratamientos curativos, los complementa e, incluso, mejora su eficacia. Muchos estudios recientes, de los que hablaremos extensivamente en este blog, han demostrado que los pacientes con cáncer que recibieron atención paliativa precoz junto con el tratamiento oncológico estándar, presentaban una mejora significativa tanto del estado de ánimo como de la calidad de vida, y todo ello se asociaba con una importante disminución no sólo de la duración del propio ingreso hospitalario sino también de los procedimientos diagnóstico-terapéuticos superfluos. Así que se podría afirmar que los cuidados paliativos son un arma más que el paciente tiene para luchar contra su grave enfermedad de manera más eficaz y serena. Por esta razón, los profesionales de salud que llevan a un enfermo grave, deberían siempre brindarle atención paliativa y derivarle a los especialistas de paliativos más cercanos. Del mismo modo, los pacientes deberían siempre expresar sus problemas y sus preocupaciones al médico que les asiste, pidiendo atención paliativa al mismo tiempo que el tratamiento curativo que esté siguiendo.
MITO Nº3
Los cuidados paliativos sólo sirven para asistir a los pacientes “desahuciados” en sus últimos días y le ayudan a morir.
¿PORQUÉ ES FALSO?
Una enfermedad puede evolucionar hasta tal punto que los tratamientos curativos dejan de funcionar y el paciente entra en la fase final de su vida.
Tal y como declara la OMS, los cuidados paliativos afirman la vida, así que nunca aceleran o posponen la muerte sino que la consideran un proceso normal y fisiológico.
Los especialistas de cuidados paliativos, que han acompañado al paciente durante el diagnóstico, el tratamiento y el control de su enfermedad, le soportan también en este momento tan fundamental de su existencia. Los cuidados paliativos aplicados en la fase terminal de una enfermedad continúan persiguiendo su objetivo: aliviar el dolor y todos los síntomas angustiantes que el paciente podría padecer. Asimismo ayudan al paciente a vivir lo más activamente posible hasta su último día, cubriendo individualmente sus necesidades físicas, psicológicas y espirituales; y promoviendo el respecto de su dignidad y de su voluntad. Al igual que al paciente se le va ofreciendo soporte práctico y emocional, también a su entorno, con la intención de ayudar a sus familiares a afrontar el duelo.
Todo esto demuestra que, contrariamente al prejuicio corriente, queda mucho por hacer aún cuando parece que “no hay nada más que se pueda hacer”.